Desde que allá por 1950, nuestro abuelo Juan Fº Rubio Rodríguez, de la familia de “Los Murcianos” decidiera “echar un par de vacas” en sustitución de su malogrado par de mulas en tierras del Tranco de Beas, esta familia de una u otra forma no ha perdido el contacto con el ganado bravo salvo en el periodo que va desde mediados de los años 60 hasta finales de los 70, coincidiendo con la desaparición de toda la cabaña de vacuno dedicada al laboreo a favor del ganado mular y posteriormente de tractores.
Los nuevos aires de transición democrática, también envuelven a nuestras fiestas de San Marcos y he aquí que un hijo del Tio Juan Fº, Antonio Rubio Rubio, “El Murciano”, decide embarcarse en la tarea de recuperar la desaparecida tradición de domar ganado bravo ahora con el único afán de poder exhibirlo en la Fiesta y demostrar las características excepcionales de estos animales nobles en el campo y bravos y agresivos en la calle, como el primero de su especie.
Con este afán, en 1979 compra una novilla, Cotorrita, procedente de tierras levantinas, que destacó por su bravura y buenas formas durante el San Marcos de ese año. El año anterior, había comprado otra novilla en el Arroyo a requerimiento de buenos sanmarqueros de esa localidad quienes, conociendo las intenciones de mi padre y ante la excepcional bravura del animal, se pusieron en contacto para ofrecerle su compra; la Morita. Con este par empezó la odisea que perdura hasta nuestros días. Cotorrita y Morita, estaban predestinadas a ser el par de la recuperación pero la mala fortuna acechaba y ocurrió que en los prolegómenos de la doma, cuando ya la vacas iban con una soga arrastra para irlas acostumbrando al manoseo, la Morita salió de estampida y ante un inoportuno pisotón de la soga, por parte de una de las suizas de Manolo El Uso, el animal giró sobre el pitón y se descornó quedando inutilizada para la doma.
Por augurios del destino, aunque otros quisieron ver cierta intencionalidad y por eso cobraron la estancia y posible cubrición con cinco mil pesetas de las de antes, Cotorrita se escapó y fue a parar a “La Veguilla” regentada entonces por Hermeregildo Rodriguez y , “El Mere” y Tomás Cuadros, “Tomás el Municipal”, allí fue cubierta por un hermoso toro de encaste Murube que años atrás había venido a San Marcos y de aquel cruce salió La Carbonera, el animal mas completo que haya pasado por la casa y sin duda alguna entre los mejores que hayan pisado las calles de Beas. La Carbonera subió a Beas en 1982 y al año siguiente empezaron las tareas de doma de madre e hija siendo 1983 el año de la puesta en escena. A partir de ahí nunca faltaron animales bravos en la casa puesto que con estas dos hembras todos los años sacábamos sus correspondientes crías que según el caso eran vendidas a terceros o reservadas para la casa como ocurrió con La Cuadrillera, descendiente de la Carbonera y que sería el relevo natural de la Cotorrita, que dicho sea de paso, fue vendida a la Peña de Torroella de Montgrí y corrida una vez más en San Marcos y por su condiciones un vecino de Beas, Manolo Barneo “Genaro”, se la recompró a estos manteniéndola unos años mas junto a la que compró a Nicomedes si bien, en honor a la verdad hay que decir que no consiguió entrarlas uncidas aunque con esta última hizo faenas memorables durante San Marcos, aparejándola en la explanada junto a María, su mujer, su hijo Manolo y su cuñado Félix.
Volviendo a lo nuestro, debemos mencionar un nuevo reto que emprendio mi padre: la doma de toros. Para ello contactamos con El tío Francisco que había sido muchos años gañan de D. Mariano, junto a “El Zorro”, en Santiago de la Espada y después de asistir al herradero, seleccionamos al “Sanmarquero”. Con el Sanmarquero en casa, una vez más, nuestros amigos del Arroyo, detectan un eral en su San Marcos que ofrecen al Murciano, el municipal y allá que vamos padre e hijos a por él, un 26 de Abril de 1990 y ante cierta incredulidad mezclada con no menos dosis de asombro, por parte de algunos arroyenses, los tres solos, conseguimos cargarlo y traerlo para Beas. Vinatero, que así le pusimos, sería el compañero de yunta del Sanmarquero.
Por aquel entonces se juntaron en la casa 3 hembras de vientre, con sus respectivas crías y los dos machos mencionados; 8 bocas que había mantener a base de cartera aliviada esta, en parte, gracias a la generosidad de vecinos y paisanos que desinteresadamente ofrecieron sus tierras y huertas en barbecho como zona de pastos para estos animales en determinadas épocas del año…
En octubre de 1991 comenzaron las briegas de doma finalizándose en febrero y en el San Marcos del 92, se pudo vivir algo insólito hasta la fecha, la desuncida de una yunta mixta formada por La Carbonera y El Vinatero. Después vendrían los dichosos impedimientos legales pero la actividad de crianza y doma continuó en la casa si bien la cabaña se vió notablemente mermada. El Vinatero fue vendido a la incipiente ganadería de
Guadalmena, la Cuadrillera tras un desgraciado accidente fue sacrificada y el Sanmarquero moría sin poder cumplir su sueño de poder correr en San Marcos gracias a las presiones de algunos beasenses que se tienen por muy sanmarqueros
Los vientos contrarios no diezmaron las fuerzas ni las inquietudes de esta familia y con "el jefe" al frente, seguimos tirando “pa´lante” y, con motivo de la búsqueda de una novilla para la comunión de nuestro inolvidable “Nico”, volvimos a la vecina Arroyo y mira por donde al entrar en las instalaciones donde la Hermandad guardaba la novilla, alguien no se percató de cerrar la puerta de la calle quedando esta abierta. Habida cuenta de que la novilla estaba dos puertas mas adentro, quiso el destino que La Bragá consiguiera escaparse por el único resquicio que encontrara abierto, saliendo a la calle en pleno día y provocando un encierro más por las calles del Arroyo, con los sustos y respingos habituales pero sin causar desgracia alguna, hasta abandonar la localidad en dirección al cortijo de El Lorente. Por más que se le siguieron los rastros a pié y a caballo, no se consiguió dar con ella, llegando a darla por desaparecida, hasta que pasados unos meses nos informaron de sus andanzas y conseguimos encerrarla con las ovejas de un pastor de la zona y por fin cogerla e incorporarla a “La Vía” con lo cual ya había otro animal cerril para meter al ubio. En 1996, con permiso para exhibición, subió uncida con La Carbonera haciendo una salida del ubio espectacular pero las presiones prohibitivas siempre han estado presentes y al final consiguieron tapar todos los resquicios legales que permitían la subida de ganado domado; así pues se acabaron las exhibiciones y por consiguiente esta tradición al menos en San Marcos. Ante tanta intransigencia tenemos que destacar dos conatos de rebeldía en la familia y en los que, jugándonos algo más que la cara, decidimos subir algún animal a costa de lo que pudiera pasar. La Carbonera, cuando ya sus detractores la daban por acabada, subió en un cajón y a pesar de la resistencia verbal de algunos que otros personajes, a quienes no les faltó tiempo para denunciarnos a veterinarios y autoridades competentes, hizo una salida de “olé” y el día 25, despues de ser cascada en la anilla, empitonó a Alejandro Martínez sin, milagrosamente, hacerle herida después de haberlo volteado y girado como a un pelele sobre su pitón derecho; acto seguido y al cite de frente de Nicolás lo embistió con tal ímpetu que, tras la caida de este al resbalar con uno de los dichosos vasos que los irresponsables arrojan al suelo, lo lanzó varios metros siendo parado por el bordillo del instituto y allí pudimos comprobar que, sin romperle el pantalón le había calado el muslo…..
El otro conato de rebeldía se produjo el año de la lotería; antes de deshacernos de la Bragá decidimos echarla en San Marcos. Habida cuenta de las prohibiciones, lo preparamos todo para intentar que pasara desapercibida; ¡que ilusión!..., la subimos en un van de las motos, la desembarcamos en el Albaicín, directamente a la casa del abuelo y solo la sacamos durante el día 25 pero ni por esas, de nuevo no faltaron correveidiles que denunciaron los hechos por lo que, una vez que llegó a nuestros oidos que habíamos sido denunciados, decidimos tenerla en la calle contra viento y marea, incluso después de haber pinchado al Nico Chico momentos después de ser cascada…
Después de esto, con todas las puertas cerradas, no hubieron mas escaramuzas aunque los animales no han faltado en la casa y por consiguiente nuevos retos siempre desde la convicción de que, tarde o temprano, volveríamos a recuperar nuestra historia y así, en 2003 nos fuimos a la ganadería de Jiménez Pasquau y compramos sendas novillas recomendadas por Antonio, el Sr. Chiri, Cubanita y Sanmarquera, para domarlas a la par. La pena fue que en las primeras labores de briega, la Cubanita se dio un golpe contra la pared y se estremeció el pitón por lo que decidimos sacrificarla y tan solo pudimos terminar la doma con la Sanmarquera ayudándonos de la Bragá que, por aquel entonces, era la única que quedaba en activo para la faena. En 2004, Alfonso El Tobón y su socio, Juan Antonio Vázquez, cedieron el chirro que traía La Recobera, una vaca que compraron a Julio de La Puerta, de puro encaste Veragua, a mi padre para que lo criara a biberón puesto que la madre, gracias a la dichosa ley, hubo de ser sacrificada inmediatamente después de San Marcos.
Desde la llegada de Clavellino a la casa hemos ido obteniendo las nuevas crias entre las que cabe citar además del susodicho que subió a Beas en el San Marcos de 2008, a Flamenquito, utrero que subió y corrió en Beas el San Marcos de 2011, Quitapena, otro hermoso ejemplar que subió en 2012, el mismo año que subió la Cigarrera, vendida a la Peña de Torroella y que por cierto causó admiración por su impresionante estampa, bravura y nobleza. Posteriormente nos cabe el orgullo de haber subido a Canterano, otro jabonero que con sus dos años fue de las mejores reses que pisaron el San Marcos de 2014 y que por sus incontables y veloces carreras fue sobrenombrado como “El Expreso del Angosto”.
Con el revuelto de machos y hembras la cabaña se ha mantenido y en algunos años incrementado, llegándose a contar 14 bocas que alimentar a golpe de cartera y no pocos esfuerzos con la siembra y siega de un “roal” de alfalfa que, aunque insuficiente, algun alivio nos suponía.
Con la legalización de 2019, retomamos fuerzas y nos surge un nuevo reto, preparar una yunta para inaugurar una nueva etapa más, como si la travesía del desierto pudiera haber parecido corta, el dichoso coronavirus vino a seguir probando nuestras fuerzas y a un mes del esperado acontecimiento, entramos en cuarentena y todo queda "aislado"... Las consecuencias fueron dramáticas dado que con 13 animales, teníamos previsto deshacernos de 3 machos adultos y alguna que otra becerra en el San Marcos del 20, por supuesto que a nuestra costa, dado que nadie, mi Hermandad ni particulares, estaban por la labor de comprarnos nada pero al menos, así tendríamos la satisfacción de verlos correr en nuestro pueblo, aunque luego recibiéramos una ínfima cantidad económica por sus carnes; pero ni así pudo ser porque con la suspensión de ese San Marcos, tuvimos que malvenderlos; como en tantas otras ocasiones ¡suma y sigue...!
En 2022, levantadas las restricciones pandémicas, cuando todo parecía indicar que se habían acabado las restricciones y con una impresionante yunta preparada para la ocasión, descubrimos que lo de la recuperación del ganado autóctono no era como siempre nos lo habíamos imaginado pues a pesar del no sacrificio, ahora volvíamos a vernos coartados por las leyes sanitarias que impiden la mezcla de nuestros animales con otros cerriles en el mismo espectáculo, so pena de tener que sufrir nuevos saneamientos y controles que te quitan las ganas... ("atado y bien atado" que dijera alguien). Pero por encima de todo no estábamos dispuesto a renunciar y al final Sanmarquera y Aceitunera, una yunta pura, entraron en Beas de Segura al cabo de 18 años hecho que sirvió para que nuevas generaciones descubrieran esta tradición de la que,dicho sea de paso, tan solo tenían referencias oídas o visualizadas a través de algunos videos antiguos o del maravillo documental de Pedro Manuel Herrera "El Joven" titulado "Algunas leyendas no son ficción". El día 24, desencajonamos, para muerte, a la Diana y al Consentío que, como de costumbre, también superaron la prueba con nota.
Durante el 2022 empezamos con la doma de Campanita y Presumía para asegurar nuestra continuidad en San Marcos dado que Sanmarquera estaba llegando al límite de edad permitido (otro handicap) y no podríamos subirla más a la fiesta por más que sus facultades estuvieran intactas.
Este pasado San Marcos hemos entrado con la Aceitunera y la Presumía que, como yunta pura y de raza, nos ha puesto a prueba en más de una ocasión dejando momentos de verdadero peligro que ha sido captados por, entre otras muchas, las cámaras de Tendido Cero.
En la actualidad la cabaña bovina está compuesta por la Sanmarquera y Aceitunera, que conforman yunta; la Campanita y la Presumía, también domadas, el novillo, la polvorita y otro becerro...
Para los amigos de las estadísticas y a modo de resumen señalar que desde 1978, año en que se inició esta “bendita locura”, hasta nuestros días más de una cincuentena de animales, entre machos y hembras han pasado por la casa, de los que, una buena parte han corrido por las calles de Beas traídos individualmente y sobre todo al modo que nuestra tradición exige: en yunta. De entre todos, a La Carbonera le cabe el honor de haber sido la res que mas años ha subido a San Marcos, pues de manera ininterrumpida lo hizo desde 1982 a 1992 y, a partír de ahí siguió subiendo uncida con la Bragá y finalmente, en 1997 fue su última exhibición con el episodio anteriormente mencionado.
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